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lunes, 12 de enero de 2015

La inspiración de J.R.R Tolkien

Pese a que es por (casi) todos conocido que las trilogías de El señor de los anillos, y la más reciente de El hobbit fueron rodadas en (los increíbles) paisajes de Nueva Zelanda, no por tantos es sabido que la inspiración de Tolkien vino de tierras algo más cercanas. Al menos Rynair lleva hasta ellas. Es Reino Unido quién se encuentra detrás de muchos de estos escenarios de película o de libro, en este caso.

La BBC recogió estos lugares en un reportaje:
La Comarca, según una carta del propio Tolkien "más o menos un pueblo de Warwickshire en la época del jubileo de diamante (de la reina Victoria)” . En una entrevista además añadió que estaba inspirada en unos kilómetros cuadrados del campo de Sarehole, pueblo en el que vivió en su traslado de Sudáfrica a Inglaterra.


Las casas de la comarca, estarían inspiradas, en las ruinas de Lyndey Park y la propia historia del anillo grabado, la escuchó en un templo romano. Trataba sobre su hallazgo en Hampshire, y se decía de él que estaba ligado a una maldición.  Y  un paseo por las colinas de Malvern en Worcerstshire, le sirvió para dibujar en su mente un lugar fronterizo entre Rohan y Gondor.




En cuanto a la tierra de los elfos, Rivendel sabemos que tiene un poderoso parecido con el valle de Lauterbrunnen gracias a una edición ilustrada de "El hobbit".




Y con bastante menos magia, la ciénaga de los muertos le debe algo al norte de Francia después de la batalla del Somme. Y aunque el propio escritor participó en las dos Guerras Mundiales, y pese a decir que no se basaba en ellas en sus películas, sí dijo al respecto:  “ Un autor no puede, por supuesto, permanecer completamente desafectado de su experiencia, pero las formas en que el germen de una historia utiliza el suelo de la experiencia son extremadamente complejas, y los intentos por definir el proceso son, en el mejor de los casos, suposiciones a partir de la evidencia que es insuficiente y ambigua"


Te comería a versos

"Boa Mistura" es un término que en castellano signfica "buena mezcla" y con este nombre se dan a conocer cinco artistas, amigos y compañeros desde hace 13 años, cuando coincidieron en el mundo del grafitti y que desde entonces se dedican a unir sus diferentes dotes artísticas para hacer todo tipo de creaciones: murales, ilustraciones, exposiciones... Un colectivo español de arte urbano del que estar muy orgullosos.

Y aunque hasta el momento, no sepas de qué estamos hablando, quizás, si vives en Madrid o Barcelona, o has paseado recientemente por ellas, (o "vives como se vive" en este siglo y curioseas un poco por internet) seguramente sabrás reconocer alguna de estas imágenes:








Dónde encontrar cada verso en Madrid

En efecto. Son ellos sus creadores. Arte y literatura unidos y al alcance de nuestras manos. O pies en este caso. Decenas de versos (33 en Madrid y 11 en Barcelona y catalán) extraídos de diferentes canciones y poemas cubren calles estratégicas de las dos grandes ciudades españolas. "Este proyecto es un acto de amor de artistas y y poetas para humanizar nuestras ciudades"  han dicho, y es que entienden su trabajo como una herramienta  para cambiar el espacio público, pero sobre todo para acercarlo a las personas y a ellas entre sí. La calle es su musa y quieren humanizar las ciudades porque sienten un vínculo y por tanto una responsabilidad para con todo lo que les rodea. Y para ello ponen su alma, sus letras y sus colores, en todo lo que crean, y en todos los lugares del mundo en los que lo crean:



Fuente


Mercado de La cebada
Fuente








Proyecto "Luz nas viela" en las favelas de Sao Pualo
Fuente imagen

Sin duda, lo son.

Y por si os habéis quedado con ganas de saber sobre sus proyectos y sobre todo de ver más:
Proyectos
Instagram 



viernes, 9 de enero de 2015

Prólogos

Debió ser el verano del 98, porque es par, y las cosas bonitas ocurren en los años pares, o eso le dijeron una vez. O puede que no, que fuera el siguiente. El verano en que se enamoró como una chiquilla, de aquellos girasoles. De aquella aldea, de aquellos kilómetros hacia el sol. De esas tardes eternas comiendo pipas, de esas noches fugaces mirando estrellas tumbados en mitad de la carretera. De aquellas cosas que parecían prohibidas.

Se levanta a las 7, como cada día, pero sin saber porqué, en esa mañana más fría que cualquier otra, su café lleva más nostalgia que cualquier otro. Y es lenta en sus movimientos. Sabe que va a llegar tarde a dónde va, y también que hoy no va a importarle. Que tiene que caminar al ritmo que marca su tristeza, porque no sabe correr. Mira a través del cristal y ve como se sonríen. Y se sonríe ella también. No quiere ni pestañear, no deja que el gélido termómetro que ve bajar se lleve esa imagen. Y cree que si estuviera ahí fuera, tendría escarcha en las pestañas, y en cambio, siente calor. Toma el café a pequeños sorbos, para no atragantarse con recuerdos demasiado bonitos. Y ahora vuelve la mirada hacia su ciudad de siempre, a ese patio, y esa azotea donde siempre quiso vivir. Y no puede evitar sonreír al recordar ese tobogán que hacía que su madre le regañara por hacer que siempre se le rompieran las medias. Y se ve con muchas chicas más, todas sentadas en el suelo, comiendo un bocadillo, y riendo, y es cuando recuerda que las mejores cosas, se dicen en bajito, al oído. Y es cuando recuerda todas las que no dijo.

Termina el café, pero sigue rodeando la taza con sus manos para que no escape el poco calor que quede y deja salir su alma contra el cristal. Y vuelve a verse haciendo dibujos en el del asiento trasero del coche cuando llovía y se empañaban. Y le regañaban de nuevo. Como aquella vez en que se escapó con su hermana mayor de la casa de campo de su tía, para esconder un tesoro entre dos árboles, poco antes, al parecer, de que fueran talados. Y aunque sabe que el tesoro eran una moneda y un simple papel, se entristece al no recordar que habían escrito en él. Y cierra los ojos por primera vez en aquella mañana, fuerte, muy fuerte, para intentar leerlo. Y después los abre, fuerte muy fuerte, para intentar imaginarlo. Y sabe que seguramente querrían decirse algo a su yo del futuro, a ese que está ahora junto a la ventana, cambiando un poco su vida más adulta, por un poco de vida. Y por un momento cree que si alarga la mano, puede llegar hasta ella misma, hasta su niña, y decirse que no llore tanto, que no sufra tanto, que al final nada merece la pena. Y al intentarlo se le cae la taza de las manos y se rompe en pedazos. Y las dos hermanas, como si pudieran haberlo escuchado, levantan la cabeza, mientras dejan de enterrar el tesoro y se van corriendo. Con miedo, como toda la vida ha seguido corriendo. Y es por eso que ya no corre. Que se mueve al paso lento de su tristeza. Porque ya no tiene prisa, aunque a veces sí miedo. Recoge esos pedazos, como hizo con su vida cientos de veces, y los lanza muy muy lejos, donde no haya nadie, para que no puedan dañar. Y va hasta su habitación y vuelve a meterse en la cama. Se esconde bajo las sábanas y se sonríen. No cree que tenga que estar en ningún sitio mejor que allí en ese momento. Todo lo demás, todo eso ajeno a la vida, puede esperar.




domingo, 4 de enero de 2015

Libros sobre ruedas

En la ciudad canadiense de Hamilton, se ha reconvertido un vagón de tren de 1954, en una biblioteca pública. 

Esta gran iniciativa, como lo es cualquier espacio público abierto y disponible para facilitar el acceso a la cultura, se da además, en uno de los barrios más desfavorecidos de la ciudad. Voluntarios de su centro cívico buscan fomentar la lectura en una zona donde el 45% de su población vive bajo el umbral de la pobreza,  la tasa de abandono escolar triplica la del resto de la ciudad y solo un 1% finaliza los estudios universitarios. 

El “Literacy Express” se convierte así en un símbolo por la igualdad de oportunidades en materia de educación. Para su transformación, cambiaron los asientos del vagón por estanterías repletas de libros, unos 1500 ejemplares donados por diferentes editoriales.

Y es que como los iniciadores de esta propuesta debieron pensar, los libros nos permiten viajar a través de cualquier tiempo, historia y espacio.

Misma idea que vemos reflejada en la librería francesa “La caverne  aux libres” una insólita  librería ubicada en Auves-sur-Oise. Y digo insólita puesto que la librería, no es que esté ambientada en un tren, sino que el padre del actual librero, compró una estación de tren hace 20 años y ubicó allí su librería, donde hileras de libros se extienden a lo largo de dos vagones de trenes que todavía permanecen sobre las vías pese a estar ya desgastados por sus viajes y el tiempo.  Lo que probablemente le da, aún mayor encanto. Como a sus libros también desgastados puesto que se trata de una librería de segunda mano.


Un lugar que no puede pasar inadvertido, y del que no puede pasar de largo, ningún bibliófilos que se encuentre en el país.

martes, 23 de diciembre de 2014

Regalarte


 "Nuestra vida está hecha más por los libros que leemos que por la gente que conocemos" 
Graham Greene

Llegan fechas emotivas, de compartir, regalar, disfrutar, de excesos y también defectos.
Y ya que vamos a sobrepasar límites, hagámoslo por el lado sano también. Regalemos cultura, regalemos libros. Hay un libro para cada persona, sólo hay que buscarlos y redescubrirlos. Siempre he pensado que a quién no le gusta leer es porque no ha dado con su..."media página" su media naranja de papel. Así que ayudemos a esas personas... a encontrarlo. Y si es en las pequeñas librerías de barrio, mejor.

"El héroe discreto"  el último libro de Mario Vargas Llosa, con su mezcla de humor o melodrama, "Las tres bodas de Manolita" emotiva novela del Madrid de la posguerra de Almudena Grandes, "Mi color favorito es verte" ganador del Premio Nadal con el que nos sorprendió Pilar Eyre o "El umbral de la eternidad" de Ken Follet son algunos de los últimos grandes éxitos que están triunfando en las librerías y que serían un regalo perfecto para estos días.

Pero no sólo de novelas vive el hombre, y si algo ha cambiado en los tiempos que corren ha sido un creciente interés por la economía, al menos por entenderla, y por ello libros dedicados a ella y a la política. Destacando en éstos términos: "Pequeño cerdo capitalista", "No pienses en un elefante" o "Con tinta roja"  sobre política y corrupción.

Hay tantos libros como intereses. Por lo tanto, sólo hay que tratar de pensar un poco en la persona a la que queremos sorprender o agradar, e indagar en los suyos, para, si no conseguimos dar con su media naranja literaria, al menos habernos acercado, o haberle hecho pasar unos buenos momentos, con ese "libro de paso". Y si no, que sirva de descarte.


jueves, 18 de diciembre de 2014

Los buenos días

Son exactamente igual que los otros, que los malos, igual de malos.
Pero esos días, confío en que la vida nos devolverá, así, de repente, toda la suerte que nos ha ido quitando.