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martes, 23 de diciembre de 2014

Regalarte


 "Nuestra vida está hecha más por los libros que leemos que por la gente que conocemos" 
Graham Greene

Llegan fechas emotivas, de compartir, regalar, disfrutar, de excesos y también defectos.
Y ya que vamos a sobrepasar límites, hagámoslo por el lado sano también. Regalemos cultura, regalemos libros. Hay un libro para cada persona, sólo hay que buscarlos y redescubrirlos. Siempre he pensado que a quién no le gusta leer es porque no ha dado con su..."media página" su media naranja de papel. Así que ayudemos a esas personas... a encontrarlo. Y si es en las pequeñas librerías de barrio, mejor.

"El héroe discreto"  el último libro de Mario Vargas Llosa, con su mezcla de humor o melodrama, "Las tres bodas de Manolita" emotiva novela del Madrid de la posguerra de Almudena Grandes, "Mi color favorito es verte" ganador del Premio Nadal con el que nos sorprendió Pilar Eyre o "El umbral de la eternidad" de Ken Follet son algunos de los últimos grandes éxitos que están triunfando en las librerías y que serían un regalo perfecto para estos días.

Pero no sólo de novelas vive el hombre, y si algo ha cambiado en los tiempos que corren ha sido un creciente interés por la economía, al menos por entenderla, y por ello libros dedicados a ella y a la política. Destacando en éstos términos: "Pequeño cerdo capitalista", "No pienses en un elefante" o "Con tinta roja"  sobre política y corrupción.

Hay tantos libros como intereses. Por lo tanto, sólo hay que tratar de pensar un poco en la persona a la que queremos sorprender o agradar, e indagar en los suyos, para, si no conseguimos dar con su media naranja literaria, al menos habernos acercado, o haberle hecho pasar unos buenos momentos, con ese "libro de paso". Y si no, que sirva de descarte.


jueves, 18 de diciembre de 2014

Los buenos días

Son exactamente igual que los otros, que los malos, igual de malos.
Pero esos días, confío en que la vida nos devolverá, así, de repente, toda la suerte que nos ha ido quitando.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Chile a través de las casas de Neruda

Cada año, miles de admiradores de este excelente y conocido escritor chileno, visitan Chile, a través de los ojos de Pablo. Y esto es, visitando sus tres hogares.


La Chascona, que significa despeinada, es su casa situada en un barrio bohemio de Santiago. Era su nido de amor de su relación extramatrimonial con la escritora chilena Delia Urrutia y en honor a su melena, le dio ese nombre. Es una casa muy colorida y con un estilo y decoración basados en el mar, y en sus grandes viajes. Fue restaurada en 1972, debido a que sufrió actos vandálicos, por considerarse un enemigo del sistema, por ser comunista confeso.


La Sebastiana se encuentra en la ciudad de Valparaíso, ciudad que amaba como escribió en sus memorias. Quería una casa sencilla, cómoda, y aunque bien comunicada, alejada de sus vecinos. Una casa en la que retirarse, sin embargo, quedó a mitad construir (por un constructor español) a causa de su muerte y en la que quería volver a su infancia decorándola como una casa de juguete.


En Isla Negra, Valparaiso, tenía una casa con vistas al Pacífico, ante las cuales es fácil imaginar, su inspiración brotaría a raudales. Neruda compró el terreno y una casa adyacente de piedra en 1938 tras su vuelta de Europa y la reformó hasta quedar satisfecho, ya que era su lugar favorito y donde escribió sus principales obras. Una decoración náutica, conchas, fotografías de mujeres, botellas, mariposas, espadas… Reflejan parte de su personalidad y sus gustos, como por ejemplo la locomotora que llevó hasta su terreno para decorar. Cuando murió, y tras instaurarse la democracia en 1990, sus restos pudieron ser llevados allí, donde por petición expresa quería que fuera, en un acantilado sobre el mar.




"Compañeros enterradme en Isla Negra
frente al mar que conozco, en cada área rugosa
de piedras y de olas que mis ojos perdidos
no volverán a ver"

Su poesía, su personalidad y un poquito de él, siguen allí.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Hay días que puedo volar

Te lo juro.


Hay días que puedo atravesar todas las leyes de la física y partirlas en dos. Hay días que vibro. Como un átomo excitado antes de volver a su estado fundamental. Hay días que me gusto. ¡Vaya si me gusto! Y la vida, con todo lo perra que es. Que me apasiona todo. Que incluso desearía ser eterna y poder no dormir nunca más para ser capaz de escribir, inventar, leer y bailar todo lo que tengo en mente. Y encerrado.
Hay días que soy como una llama. De verdad. Y de fuego. Que ardo de puras ganas de vivir. De reír y llorar y de hacerlo a la vez. De no querer parar de conocer gente porque todas las historias me parecen increibles y necesarias de ser contadas. Y escuchadas. Y muy vividas.

Hay días que me veo capaz de alinear los planetas. Y los días de la semana. Y colocarlos en mi orden favorito.
Hoy habría sido viernes. Y Marte. Y amarte.

Que hay días que soy capaz de volar. Te lo juro. Que puedo incluso con esa "tristeza por el mundo" que a veces viene y me golpea y se va. Hay días que bailo en el metro y que no sé ni hablar de todo lo que quisiera decir. Que ando cuarenta minutos bajo la lluvia porque sí. Que hay días que soy la vida. De verdad. Que me envidiaría a mí misma por no poder estar para siempre conmigo. Que me encantaría a la vez no ser yo, para poder decirme lo increíblemente bonita que soy, aunque sólo sea por no creerlo. Y que podría creerlo.

Te juro, que hay días que podría con cualquier cosa que me propusiera(n). Que podría levantarme antes de irme a dormir, y desayunar a la luz de la luna en la propia luna. Y cambiar el mundo. Y ponerlo, ¿qué sé yo? Un poquito más hacia la risa.

No sé si entiendes lo que intento decir y justo es exactamente eso lo que quiero decir. Que hay días que entiendo el misterio de todo. Incluso de lo que no lo tiene. Que es como si me concedieran unas horas de lucidez sobrehumana y entendiera la sencillez de ser, estar y parecer todos los verbos. Y esos días me parece imposible no poder verlo los otros. Y sólo lamento no conseguir guardar en frascos la sensación, ni poder repartir de a poquitos esa especie de droga sana. Y loca.

Hay días que puedo volar.
Lo juro.